martes, 12 de mayo de 2015

Y venga y dale...

Estoy segura que esta escena os va resultar más que familiar.
He llegado al gimnasio y mientras me cambiaba he observado a una persona que intentaba cerrar su taquilla. Se cierran mediante un sistema magnético pulsando una especie de llave sobre la misma taquilla. Últimamente fallan unas cuantas, todo hay que decirlo. Bien a lo que iba, calculo que durante al menos 5 minutos ha 'intentado' cerrarla, tras varios intentos y además iguales (el mecanismo no permite muchas opciones, más bien una única manera de hacerlo) parecía estar claro que no iba a funcionar. Pasados más de 5 minutos (ya son minutos para cerrar una taquilla ¿no crees?) ha desistido, ha girado su cabeza y mirado a su alrededor descubriendo unas cuantas taquillas esperándola con las puertas abiertas.
Cuántas veces nos pasa esto, cuantas veces nos empeñamos, y ofuscamos con algo o alguien, y ese algo o alguien ¡¡no cierra!! Ya has probado unas cuantas veces y ¡¡no cierra!! Cuanto tiempo perdido mirando la taquilla y la llave, esperando el milagro....
¿Y si dejamos de esperar milagros y hacemos que sucedan?



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